lunes, 19 de febrero de 2018


Estrés, privación parcial crónica del sueño y actividad física

El estrés es una reacción de defensa frente algunas situaciones, ya sean de carácter emocional o física que provocan una reacción fisiológica (Ávila, 2014). Una de esas reacciones fisiológicas producidas por el cerebro, es la liberación de la hormona Adrenal cortico tropic hormone (ACTH). Esta hormona cumple una función de transmisor fisiológico que circula por el flujo sanguíneo hasta la glándula suprarrenal, produciendo la cortisona u otras hormonas llamadas corticoides. Al mismo tiempo otro impulso nervioso va desde el hipotálamo hasta la médula suprarrenal activando la secreción de adrenalina. Estas hormonas son las encargadas de las reacciones orgánicas producidas por el estrés (Sto-ra, 1991). El estrés produce una multitud de síntomas físicos y psicológicos que van desde dolores de cabeza, debilidad, alteraciones del sueño, aumento de la sudoración, molestias en el estómago, tensión arterial elevada, enfermedades en la piel, tensión generalizada, dolores musculares, dolor de pecho que simula infarto de corazón, ansiedad y depresión (Ávila, 2014). Las personas que padecen estrés manifiestan ciertas conductas como llorar, pueden padecer tics nerviosos, problemas sexuales, comportamientos extraños y sin sentido, aumento de comportamientos compulsivos como comer, fumar o beber alcohol y por último el deseo de escapar de la situación que le provoca el estado de estrés (Vazquez et al, 2008) Según un meta-analisis indica que una mayor reactividad al estrés o una recuperación lenta después del estrés mental predice un estado cardiovascular deficiente o el incremento del riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular (Chida & Steptoe, 2010)
En cuanto a la ausencia parcial del sueño, a corto plazo, podría favorecer el desarrollo del síndrome metabólico en personas propensas a ello. En este sentido se ha demostrado también un aumento de la actividad del sistema simpático, originado por el incremento de la hormona de cortisol. Además se ha observado una menor tolerancia a la glucosa. En este mismo estudio constató que la activación del sistema simpático durante la interrupción del sueño estaba relacionada con la bajada de los niveles de leptina, esta disminución de dichos niveles era suficiente para activar el sistema de respuesta al estrés (Olavarrieta, Vela & Fernández, 2007)



Figura 1. Posibles mecanismos que median entre la privación parcial crónica de sueño y el desarrollo de sobrepeso/obesidad. Extraído de Escobar, C. et al. (2013) La mala calidad de sueño es factor promotor de obesidad. Revista Mexicana de Trastornos Alimentarios 4:133-42

La práctica de actividad física hace que se normalice la secreción hormonal  lo que conlleva que los niveles de azúcar y grasas en sangres altos vuelvan a bajar, así como la presión arterial. Por lo tanto, esto contribuye a la mejora de los síntomas de estrés.
Vuori et al (1988) encuestaron a 200 hombres y mujeres en cada uno de los grupos de edad 36, 41, 46. y 50 años (N = 1600).  Se investigaron independientemente hábitos de vida, como el ejercicio, y las características del sueño. Cada tercer encuestado sintió que el ejercicio (por ejemplo, correr y caminar por la noche) tuvo un impacto positivo en la calidad del sueño. Los efectos positivos percibidos tras realizar ejercicio fueron la facilidad de conciliar el sueño, la profundidad del sueño, una sensación de bienestar y mayor activación por la mañana.
En conclusión, podemos decir que por nuestro ritmo de vida, estos dos factores cada vez son más comunes en nuestra sociedad actual, y que tienen un impacto negativo en nuestra salud, por ello la actividad física se muestra como un potente antídoto para combatir el estrés y mejorar la calidad y cantidad del sueño.

                                                                                  Iván Delgado García
Lcdo. CCAFD
                                                                                  Máster Entrenamiento Personal
                                                                                  NSCA-CPT



BIBLIOGRAFÍA

1.      Avila, J. (2014). El estrés un problema de salud del mundo actual. Rev.Cs.Farm.y Bioq, 2(1), 117–125.
2.      Chida, Y., & Steptoe, A. (2010). Greater cardiovascular responses to laboratory mental stress are associated with poor subsequent cardiovascular risk status: A meta-analysis of prospective evidence. Hypertension, 55(4), 1026–1032. https://doi.org/10.1161/HYPERTENSIONAHA.109.146621
3.      Escobar, C. et al. (2013). La mala calidad de sueño es factor promotor de obesidad. Revista Mexicana de Trastornos Alimentarios 4:133-42
4.      Stora, B. (1991). ¿Qué sé acerca del estrés? Publicaciones cruz 1° Edición México Df. p.p. 3-37
5.      Vazquez A, et al. (2008) Impact of limited solvent capacity on metabolic rate, enzyme activities, and metabolite concentrations of S. cerevisiae glycolysis. PLoS Comput Biol 4(10):e1000195
6.      Vela, A., Olavarrieta, S. & Fern ndez, J. (2007). Sueño y estrés : relac ón con la obesidad y el síndrome metabólico. Revista Española de Obesidad, 5(2), pp. 77– 90
7.      Vuori, I.,Urponen, H., Hasan, J., & Partinen, M. (1988) Epidemiology of exercise effects on sleep. Acta Physiologica Scandinava. Supplementum, 574, 3-7. Retrieved from http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/3245463



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